Respirar es una función imprescindible para la vida que realizamos de forma inconsciente. Al respirar introducimos en nuestro organismo oxigeno (O2), que nos proporciona la energía necesaria para que funcionen nuestros órganos, y expulsamos dióxido de carbono (CO2).
Durante un día normal, se respira aproximadamente 25.000 veces.
El aparato respiratorio es el encargado de trasportar el aire (que contiene el O2) desde el exterior de nuestro cuerpo hasta la sangre.
La mucosa de las vías respiratorias está cubierta por millones de pelillos diminutos, o cilios cuya función es atrapar y eliminar los restos de polvo y gérmenes en suspensión procedentes de la respiración, evitando, en lo posible, cualquier entrada de elementos sólidos que provoquen una broncoaspiración.
Los pulmones forman parte del aparato respiratorio, están situados dentro del tórax, protegidos por las costillas, y a ambos lados del corazón. Son huecos y están cubiertos por una doble membrana lubricada llamada pleura (que evita que los pulmones rocen directamente con la pared interna de la caja torácica). Están separados el uno del otro por el mediastino. Debajo de ellos, se encuentra el diafragma que separa la cavidad torácica de la cavidad abdominal.
Los pulmones, derecho e izquierdo, no son iguales. El pulmón derecho es de mayor tamaño que el izquierdo (debido al espacio que ocupa el corazón). Los pulmones se dividen en lóbulos, el derecho en tres: lóbulo superior, medio e inferior y el izquierdo en dos: superior e inferior
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