El riñón de mamífero es una estructura extremadamente compleja que se ocupa, además de eliminar desechos metabólicos, de controlar la toxicidad, el volumen y la composición química del líquido extracelular. La unidad funcional, la nefrona, está formada por aproximadamente unas 10.000 células, y éstas, junto con los túbulos colectores, forman los túbulos uriníferos (de acuerdo con las convenciones anatómicas en «The Urinary system in Histology»). Se han podido diferenciar al menos 14 tipos celulares diferentes, perfectamente organizados y ubicados en los distintos segmentos de los túbulos. Esto implica que la morfogénesis renal debe estar perfectamente regulada durante el desarrollo, de tal forma que cada tipo celular en particular se sitúe en su correspondiente localización final, en relación a los demás tipos celulares a lo largo de los túbulos. Además, cada una de estas secciones debe estar correctamente alineada para conformar un túbulo normal. Desde el punto de vista embriológico, el aparato urinario y el aparato genital provienen de un pliegue mesodérmico común, el mesodermo intermedio, que está situado a lo largo de la pared posterior de la cavidad abdominal. Además, en un período inicial, los conductos excretores de los dos sistemas desembocan en una cavidad común, la cloaca. El conducto excretor primitivo funciona como conducto urinario en principio, pero luego se transforma en el conducto genital principal.
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